Ring Road Islandia: Landmannalaugar, Seljalandsfoss y Skogafoss
Emprendemos la tercera etapa de nuestro viaje por la Ring Road islandesa. Ya son varias jornadas en el país y cada vez nos gusta más. Desde nuestra salida en Reikiavik, pasando por el Círculo Dorado, hasta ahora, que continuamos recorriendo el sur, hemos descubierto el poder de una naturaleza imponente que se adueña de los paisajes y los convierte en especiales. A cada paso somos conscientes de que estas vistas no las podríamos disfrutar en cualquier lugar, por eso sentimos este viaje como único. Nuestra próximas visitas serán Landmannalaugar, Seljalandsfoss y Skogafoss.
¿Preparados? ¡Arrancamos!
Landmannalaugar
Nuestra primera parada será esta reserva natural situada en las tierras altas de Islandia, conocida y admirada, entre otras cosas, por sus montañas de colores. Se trata de un área de gran actividad volcánica, por lo que los paisajes están muy marcados por su influencia. Lo mejor para conocer la zona es pegarse un buen madrugón, ya que serán necesarias bastantes horas en esta visita y no tenemos tiempo que perder. Nosotros hemos decidido unirnos a una de las excursiones organizadas que ofrecen las agencias de viajes del país, aunque hay gente que se atreve a recorrer el lugar a lomos de un 4×4. Sin duda, ambas opciones son ideales para conocer Landmannalaugar.
Desde antes de llegar, ya se empiezan a observar los cambios en los paisajes; nuestro alrededor empieza a ser más árido, con una vegetación propia de las altas montañas. Poco a poco, nos vamos acercando al corazón de la reserva natural y tenemos la suerte de empezar a divisar el volcán Hekla y el increíble paisaje que lo rodea. Se trata de uno de los volcanes activos en Islandia. Cada pocas décadas, entra en erupción. Según historias mitológicas pasadas, esta era la puerta al infierno; aunque también se conoce como “la prisión de Judas”.
En nuestro camino, también tenemos la suerte de detenernos a caminar por el valle Thjorsardalur, donde se encuentra la cascada Hjálparfoss, conocida por su característica caída doble, como consecuencia de la confluencia de dos de los ríos del país: Fossá y Thjórsá. Un paisaje digno de visitar con tiempo para disfrutar de sus rincones sin prisas.
Otra de las paradas que no queríamos perdernos por nada es lago volcánico Hnausapollur, un cráter que la propia naturaleza ha reinventado como un lago interior de tierra negra, gracias a la ceniza del volcán que habitaba el lugar. Una localización preciosa, como todas las anteriores, que nos confirma una vez más que en Islandia conviviremos con paisajes que difícilmente se crearían en otros lugares del mundo.
Una vez en la reserva, la vista supera todas nuestras expectativas: una paleta de colores y ondulaciones en el horizonte, que forman las montañas más curiosas que hayamos visto nunca. En los días despejados, desde el volcán Eyjafjallajokull se puede divisar casi todo el país. Una vista privilegiada por la que merece la pena la subida. Las dos montañas más conocidas entre los excursionistas son Bláhnjúkur , que significa “pico azul”, y Brennisteinsalda, en castellano “ola de azufre”; y es que este es un gran lugar para los amantes del trekking, que pueden disfrutar de los caminos, senderos, montañas y valles de la zona.
Como ya hemos comentado, la zona disfruta de una gran actividad volcánica, que define los paisajes y los hace tan especiales. Entre los atractivos que se crean gracias a este fenómeno, se encuentran las aguas termales, para deleite de todos los viajeros que nos acercamos al lugar. Desde luego, no podemos imaginar el marcharnos de aquí sin disfrutar de un baño y del relax que nos merecemos tras esta parte de la travesía.
Seljalandsfoss
Continuamos con la ruta en coche hacia una de las cascadas más conocidas y admiradas de Islandia. Como ya habréis podido deducir por lo poco que llevamos de viaje y las varias cascadas que hemos visitado; Islandia es un país con gran predisposición a este tipo de saltos de agua. Aunque, si bien nos hemos quedado encantados con las anteriores, como la cascada doble, creemos que Seljalandsfoss es la más especial de las que hemos visto hasta ahora.
Antes de llegar a nuestro objetivo, tenemos que pasar varios kilómetros de tierra negra, debido a los sedimentos volcánicos, por la que transcurre el río Markarfljót. Durante todo este camino, muy a lo lejos somos capaces de distinguir la cascada.
A nuestra llegada, sorprende el paisaje cubierto por un manto verde de vegetación, entre el que se asoman tres cascadas, dos más pequeñas y la gran Seljalandsfoss. Estas pertenecen a un macizo del famoso volcán Eyjafjallajökull, que, a pesar de su complicado nombre, os sonará porque su erupción frenó durante días el tráfico aéreo europeo en 2010. La principal tiene una caída de unos 60 metros y deja a su alrededor unas vistas casi mágicas. Es cierto que no es la más impresionante, ni la más caudalosa. Su peculiar esencia radica en la posibilidad de rodearla completamente. Es decir, se puede disfrutar desde delante y desde detrás, gracias a un caminito que pasa por debajo.
Como recomendación para los viajeros que se acerquen a conocer el lugar, lo mejor es ir bien protegidos. Se puede pasar por detrás de la cascada sin demasiados problemas, pero el agua cae demasiado fuerte y si no vais con chubasquero acabaréis empapados. Con las temperaturas islandesas, no es lo más apetecible, ¿verdad?. Seáis amantes de la fotografía o no, estamos seguros de que querréis retratar esa vista excepcional, así que lo mejor será proteger vuestras cámaras con alguna funda impermeable, no vaya a ser que os llevéis un susto.
Al rodear la cascada, se accede a un mirador desde el que podréis inmortalizar esta visita. Os encantará.
Esta visita es bastante rápida, pero la recomendamos al 100%. Se trata de un enclave muy especial, que os conquistará.
Skogafoss
Ya estamos a unos 150 kilómetros desde nuestra salida en Reikiavik. Nuestra próxima parada, y última por esta jornada, es otra de las grandes cascadas de Islandia. Cerca del pequeño pueblo Skogar, donde el río Skógá rompe un muro de roca saltando por encima de una meseta para caer en una llanura, se encuentra este atractivo natural.
Tiene unas imponentes medidas de unos 62 metros de altura y 25 de ancho, que se divisan desde kilómetros antes de llegar a sus pies, ya que en sus alrededores ni se levantan ni montes ni edificios. Toda una visión natural. Aunque nosotros hemos podido disfrutar de los alrededores cubiertos del manto verde esmeralda del musgo, si venís en invierno la visita será muy especial. Podemos imaginarnos todo cubierto de nieve y tiene que ser… ¡de cuento!
Hasta aquí ha llegado nuestra tercera etapa. Vamos a aprovechar que el pequeño pueblecito de Skogar está aquí al lado, a visitarlo y a hacer noche en el mismo. Se trata de una aldea diminuta, con unos 25 habitantes, típicamente islandesa, pero que desde hace poco ha desarrollado servicios básicos para los turistas, como un par de hoteles en los que alojarse durante la travesía por Islandia.
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