Relato de viaje a Egipto

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Foto de Claudio Lobos

Hace unos años tuve la ocasión de visitar Egipto. Siempre me había apetecido, pero el hecho de encontrarme metida dentro de un crucero con cientos de personas haciendo lo mismo, hacía demorar la partida. Para “coincidir con menos gente”, cosa difícil,  decidí viajar en invierno y además, embarcarme en la faluca por el Nilo en lugar de en un cómodo Crucero.

En ese momento no las tenía todas conmigo ya que, además, viajaba con un par de conocidas a la que apenas conocía. El viaje transcurría de forma normal: visita a Cairo, pirámides, Aswán con el Templo de Philae, los Templos espectaculares de Abu Simbel…una maravilla. Llegó el día de embarcar en la Faluca y no teníamos ni idea ni de qué esperar de esa jornada. El plan era embarcar por la mañana, pasar el día navegando desde Aswan hacia Kom Ombo y dormir justo delante del templo, algo que sólo puedes hacer si pasas la noche en la faluca. El día de faluca nos tenía un tanto intrigados….navegando por el Nilo entre los grandes Cruceros…pero resultó que, lo que más desconocíamos acabó siendo lo mejor del viaje.

Nada más subir a la Faluca nos presentaron al grupo de Nubios que llevaban la Faluca. Tres tipos encantadores a la par que pintorescos, realmente interesados en compartir con nosotros su modus vivendi. De forma extraña en un destino tan turístico, nuestros tres acompañantes no hablaban casi ni una palabra de inglés pero, poco a poco, mientras el Nilo nos mecía, acabamos por crear claves de entendimiento: “Yester” resultó singificar “Yesterday” (ayer) por lo que “yester yester” significaba antes de ayer.

Recorríamos el Nilo disfrutando de su paisaje animado por la gente local que nos saludaba a cada orilla, se improvisó una estupenda comida Nubia, nos contamos la vida a lo “Tú Jane, Yo Tarzán”, intercambiamos momentos musicalestodo fantástico hasta que nos quedamos sin viento. He olvidado comentaros que la Faluca no tenía motor? Pues eso, sin viento lógicamente no avanzábamos demasiado…y poco a poco nos íbamos quedando sin luz. Nuestros amigos “faluqueros” se iban poniendo nerviosos y, por lo que supimos entender, una vez sin luz estaba prohibido navegar con la Faluca ya que es el momento en el que los grandes cruceros navegan por el río, con el consiguiente peligro para las pequeñas embarcaciones.

Dicho esto, nuestros amigos Nubios consensuaron y, dispuestos a que disfrutáramos al máximo de la experiencia, decidieron seguir adelante con la navegación ya que estábamos casi a puntito de llegar al Templo de Kom Ombo (evidentemente, decisión consultada con nosotros). Íbamos un poco asustados ya que, navegar por la noche entre grandes cruceros daba bastante impresión, además de los consiguientes movimientos de la pequeña faluca, pero la destreza de los expertos navegantes de agua dulce hizo que nunca hubiera peligro real…hasta que de repente, sin esperarlo, nos vimos abordadas a lo “piratas del Caribe”, enfocados con linternas directamente a la cara hasta que se identificaron como la policía fluvial del Nilo. Pasado el susto y la consiguiente discusión para evitar que les pusieran una multa…pudimos llegar a nuestro objetivo.

La noche delante del templo fue especialmente bella. El Nilo en completo silencio, el templo iluminado con el fantástico manto de estrellas de aquella noche tan clara y las sonrisas de satisfacción de todos los que estábamos a bordo de aquella pequeña embarcación. El viaje en Faluca terminó al desembarcar a la mañana siguiente. Tras despedirnos con pena de nuestros amigos, seguimos nuestras jornadas restantes hacia Luxor, sus maravillosos templos, el bello mar rojo…todo de forma perfectamente organizada.

Ahora con el tiempo, reflexionando, me doy cuenta de que hasta el viaje que pueda parecer “más típico” o “más simple” puede depararte una sorpresa. Veré las fotos de los templos, de las pirámides y sonreiré porque en mi retina permanecerá aquella noche y la sonrisa de aquellos jóvenes al compartir esa experiencia con nosotras.

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