La Ruta de la Seda: llegada a China

Nos vamos acercando a nuestra meta. Hace ya varias etapas que comenzamos con esta travesía, que antaño fue comercial y que ahora funciona como puente entre tres continentes y nos lleva a disfrutar de muchos de los paisajes más impresionantes de Europa, Asia y África.

Si nos paramos a rememorar, atrás queda esa salida desde Italia, en la que Venecia, Florencia, Roma y Nápoles fueron testigos de los primeros pasos en nuestro camino. El romanticismo italiano se difuminó durante el segundo asalto para dejar paso al sorprendente, pero atrayente, caos de El Cairo. La Ciudad de Las Mil y Una Noches nos abrió las puertas de Alejandría y Estambul. Europa, África y Asia fusionadas a nuestro paso. Asia Central estaba ya muy próxima, pero primero, Uzbekistán, considerado el centro de la Ruta de la Seda original. Samarkanda, Bukhara, Khiva… parecen tan lejanas ahora. Pero nuestra memoria no ha olvidado ni un ápice del sentimiento contradictorio que se crea entre sus calles. La cuarta etapa, como un deja-vu, nos recordó a Los Alpes, un territorio mucho más cercano a casa, pero estábamos a miles de kilómetros: Kirguistán, conocido como ‘La Suiza de Asia’ y Kazajistán nos aguardaban. Aprovechando que ya habíamos cogido el ritmo, decidimos variar un poco el recorrido en la quinta etapa, para conocer India, Myanmar y el sur de China. ¿Cómo nos íbamos a dejar a nuestro paso visitas como el Lago Karakuli o Kashgar? Sin darnos cuenta, India, imponente y exótica, se presentó ante nosotros en todo su esplendor en la siguiente parada de nuestro viaje. Delhi, Agra, Varanasi y Calcuta, el recorrido hasta encontrar el avión que nos soltó en Myanmar, El País de la Eterna Sonrisa; nuestra séptima etapa.

Cada uno de los pasos en nuestro camino nos han traído hasta aquí: la llegada a China. Muchas ciudades, muchos monumentos y muchas experiencias se han quedado en nuestro diario en estas jornadas de travesía. ¡Y las que nos quedan!

Yunnan

Las tres Pagodas de Dalí

Llegamos al gigante asiático por, quizá, una de las zonas menos conocidas. Los viajeros no saben lo que se pierden en Yunnan. Situada a los pies del Himalaya, cuna de los tres grandes ríos de Asia, con más de una veintena de minorías étnicas nacionales. Alberga tesoros naturales como el Bosque de Piedra de Shilin, con más de 270 millones de años, que no nos queremos perder por nada del mundo; con construcciones de lo más sorprende, como las Tres Pagodas de Dalí. La más grande, bajo el nombre de Qianxun, mide 69 metros y está acompañada de dos más pequeñas de 43 metros. Ambas construcciones datan del siglo IX, aunque fueron levantadas con 200 años de diferencia.

No queremos renunciar a una visita más urbana, en este caso, la ciudad de Lijiang. Se la conoce como la Ciudad de los Puentes y por un buen motivo: entre sus calles hay 354 que cruzan tres grandes canales. Una de las curiosidades más llamativas del lugar es un rica cultura y tradición en la música y el baile. Llegadas las cinco y media o seis de la tarde de cada día, las calles se llenan de melodías y bailes típicos. Es un momento imperdible, que rezuma cultura china y, sobre todo, mucha alegría. 

El río a su paso por La Garganta del Salto del Tigre

Otro de los objetivos que nos han recomendado disfrutar a nuestro paso por Yunnan es La Garganta del Salto de Tigre. Las aguas del río Yangtsé, el tercero más largo del mundo, fluyen con fuerza por este cañón, que se ha convertido en uno de las ubicaciones más visitadas por aventureros de todo el mundo. A lo largo de su recorrido, el río atraviesa paisajes naturales preciosos, pero es en este punto, la Garganta del Salto del Tigre, donde su paso se convierte en una atracción. La fuerza de sus aguas hace que el ruido se torne ensordecedor porque todo el cauce del río se reduce a menos de 20 metros con casi 6.000 de profundidad. Se trata del cañón fluvial mas profundo del mundo. 

Chengdu

La siguiente parada en el camino es la quinta ciudad más poblada del país. A pesar de sus muchos años, todavía conserva esa aura de ciudad tradicional china. Es muy curioso pasear por sus calles, pero, sin duda, las mayores atracciones que hemos encontrado están en su periferia.

En la zona se encuentra el Centro de Conservación de Osos Panda Gigantes. Una visita obligada. El panda es un animal típicamente chino, que cada vez sufre más problemas para sobrevivir. En la actualidad, quedan menos de dos mil ejemplares.

Seguimos nuestro camino y a dos horas de distancia por carretera de Chengdú, nos encontramos con la mayor estatua de Budha construida en piedra. Esculpida en el año 713, ha sido nombrada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y hace las delicias de todos los visitantes, ya que se encuentra en un enclave fascinante. Se puede divisar desde un barco que navega por el río, pero nosotros nos hemos decantado por apreciar sus dimensiones desde mucho más cerca. Desde el parque que está en la zona trasera de la montaña, accedemos a la parte más alta de la estatua, a unos 70 metros de altura. Es imposible no quedar fascinados.  

La estatua de Budha vista desde sus pies

 

Parte del Sistema de Irrigación de Dujiangyan

Continuamos el viaje. Nos han recomendado no evitar la visita al Sistema de Irrigación de Dujiangyan y, nada más llegar, entendemos por qué. Es una de las obras de ingeniería más antiguas del mundo (unos 2.300 años), que todavía continúa funcionando en la actualidad para irrigar 5.300 kilómetros cuadrados y evitar las inundaciones en la zona, gracias a su sistema de control del flujo de agua. Todo un éxito de la antigua tecnología china, que, además, está rodeado de la espesa naturaleza de la zona y varios templos que también merecen una parada en el camino.

Al sur de Chengdu, nos encontramos con el Monasterio de Wenshu, el templo budista mejor conservado de la zona y, en la actualidad, casa de la Asociación budista de la Provincia Sichuan. Alberga una colección de reliquias culturales que suma más de 500 obras de pintura y caligrafía china, por grandes autores de varias épocas, además de unas 300 estatuas de Budha de todos los materiales. Una muestra indescriptible y de incalculable valor del patrimonio cultural chino, fundamental para los viajeros que queremos entender bien esta cultura.

Huanglong

A estas alturas del viaje, la abundante y peculiar biodiversidad china nos tiene ya conquistados, pero hemos llegado a Hualong, concretamente al Parque Nacional y estamos conmovidos con su impresionante mezcla de colores. Mucho menos conocido que su vecino, el Parque Nacional de Jiuzhaigou (por donde, ya os adelanto, también pasaremos), permite una vista natural sin parangón. ¿Podéis imaginar el agua más azul que hayáis visto nunca? Os aseguramos que quedará eclipsada por los estanques de este lugar. Gracias al efecto que produce el carbonato de calcio sobre la piedra caliza del valle, estas charcas quedan teñidas de un sorprendente tono celeste. Además, todo el paseo por el parque está decorado con flora exótica que varía dependiendo de la altitud.

Estanques azules del Parque Nacional de Huanglong

Jiuzhaigou

Ya os habíamos avisado que no íbamos a perdernos está maravilla natural, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1992 y Reserva Mundial de la Biosfera desde 1997. En castellano significa ‘Valle de las Nueve Aldeas’ y debe su nombre a nueve pueblos de origen tibetano que habitan a su alrededor. A lo largo y ancho de sus 80 kilómetros, podemos encontrar lagos, cascadas y riachuelos. Debido a su gran extensión, no es extraño que exista la posibilidad de coger un autobús que hace paradas en las zonas más destacables del parque. Es verdad que hay un gran número de turistas que, como nosotros, quieren descubrir esta maravilla natural; pero también es cierto que todos coincidimos en que es un lugar de parada obligatoria.  

Guangyuan y Xi’an

Torre de la Campana de Xi’an

Nos da mucha pena, pero nuestra travesía por la Ruta de la Seda ya va llegando a su final. Hemos llegado en bus a Guangyuan, la tercera ciudad de Sichuan y estamos dispuestos a perdernos entre sus calles.

Pronto cogeremos el tren a Xi’an, nuestra última parada, donde pasaremos un par de días más. Nos esperan visitas como la Torre de la Campana, centro neurálgico de la ciudad, que toca cada hora desde hace años. Pasaremos también a visitar la Muralla,  la mejor conservada en el casco histórico de una ciudad en China. Tanto que actualmente se mantiene en pie todo el trazado original, ordenado por la dinastía Ming. Nos perderemos entre el gentío del barrio musulmán, con todos sus restaurantes, comercios y comerciantes, que dan vida a la ciudad de día y de noche. Estamos deseando ver un espectáculo típico chino en la Grand Opera House. Tanto que actualmente se mantiene en pie todo el trazado original, ordenado por la dinastía Ming. 

Cuando hablamos de Xi’am, es imposible que no se nos vengan a a cabeza Los Guerreros de Terracota. Su origen data del año 246 antes de Cristo cuando el por entonces primer emperador de la China unificada mando construir un Mausoleo. Este quedó cubierto de forma que nadie pudiera saber dónde se encontraba. Considerada la Octava Maravilla del Mundo, estos restos arqueológicos, encontrados en 1.974 por unos campesinos de la zona, son uno de los tesoros chinos más impresionantes. Ocupan más de 16.000 metros cuadrados entre los que se encuentran unos 8.000 soldados, caballos y carros. Es un número sorprendente, pero no se trata del total de los que calculan que habrá. No es de extrañar que la zona fuera declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad en el año 1.987. 

Parte de las excavaciones de Los Guerreros de Terracota

Llegados a este punto, ya solo nos queda disfrutar de todo lo vivido. Tenemos muchas ganas de sentarnos a recopilar todos los recuerdos de esta gran experiencia que ha sido nuestro recorrido por la Ruta de la Seda.

 

 

 

¿Os habéis perdido algo? Aquí una recopilación de todas nuestras etapas:

1ª etapa: Italia

2ª etapa: Alejandría y Estambul

3ª etapa: Uzbekistán

4ª etapa: Kirguistán y Kazajistán

5ª etapa: Kashgar

6ª etapa: La India

7ª etapa: Myanmar

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