Ring Road Islandia: Skaftafell, Jokulsarlon y Höfn

Localizaciones increíbles y vistas únicas. Llevamos unos días en Islandia y todo en este país nos está fascinando. Si habéis seguido el viaje con nosotros, sabréis que nuestra salida en Reikiavik ya queda muy atrás. Por el camino hemos disfrutado de maravillas naturales que nunca habíamos tenido el placer de ver tan de cerca, pero todavía nos quedan unas cuantas y nuestras fuerzas están al mismo nivel que el primer día. Islandia es un chute de energía a cada paso. Esta vez, nos esperan Skaftafell, Jokulsarlon y el pequeño pueblo pesquero de Höfn.

Y vosotros, ¿seguís ahí? Perfecto, ¡nos vamos!

 

Skaftafell

Empezamos el día fuerte. Skartafell es uno de los lugares más preciosos y sorprendentes de Islandia, una alucinante combinación de fiordos, cascadas y glaciares, sin olvidar sus famosas cuevas de hielo azul. Estamos seguros de que, como muchos otros viajeros, nos quedaremos boquiabiertos con tanta belleza natural. No es de extrañar que desde 1967 se haya declarado Parque Nacional. Su fauna, su flora y sus paisajes se merecen todos los cuidados. Este parque está unido a Jökulsárgljúfur y Vatnajökull, otros dos grandes Parques Nacionales islandeses. También comprenden uno de los mayores glaciares de Europa, con el mismo nombre de este segundo parque: Vatnajökull, que ocupa unos 8.000 km2, lo que sería un 8% de Islandia.

 

Glaciares de Vatnajökull

 

 

Interior de la Cueva Azul

Las características y los especiales paisajes de este lugar se deben a sus condiciones climáticas, que ayudan a crear zonas que se mueven entre la arena y el hielo, entre la lava y el agua de los glaciares. Por todo ello, a nuestra llegada nos ha sido imposible no enamorarnos de las vistas: lagos de un intenso azul, acantilados, valles, cañones, ríos, cascadas… Parecía imposible juntar tantos elementos en un solo lugar, pero Islandia lo consigue.

 

A pesar de estar en un lugar increíble, hemos conseguido elegir nuestro punto favorito dentro del parque: las cuevas de hielo azul milenario, que también se conocen como “cuevas de cristal”. Su hielo tan azul se debe a que carece de aire en su interior por lo antiguo que es y a que con el paso del tiempo se va intensificando su color, tomando una tonalidad más propia de los océanos que del hielo. Durante el verano, la entrada a las cuevas está cerrada, ya que la temperatura sube y se vuelven inestables y, por tanto, peligrosas.

Además de visitar el interior de las cuevas, también se pueden hacer rutas de trekking por los glaciares. Merece la pena, aunque debemos ser conscientes de nuestras capacidades físicas. Nosotros nos hemos atrevido y con un guía y el material adecuado, es una experiencia única, gracias a los paisajes que encontramos en el parque.

A estas alturas, ya hemos descubierto y confirmado que Islandia en un país de grandes cascadas. Hemos visitado varias y todas ellas, por diferentes motivos, nos han sorprendido y atrapado. En esta ocasión, no iba a ser menos. Dentro del parque, se encuentra Svartifoss, conocida también como la Cascada Negra. Está rodeada por columnas de basalto negro volcánico, las mismas que le dan explicación a su nombre. Tan increíbles son estas columnas de lava, que arquitectos islandeses se han inspirado en ellas para algunos edificios tan representativos en el país como la iglesia Hallgrímskirkja, que ya visitamos a nuestro paso por Reikiavik.

Svartifoss, conocida también como la Cascada Negra

La Laguna de Icebergs de Jokulsarlon

Si la parada anterior nos ha dejado impactados, al llegar a esta nueva localización hemos caído rendidos. Como ya sabéis, hemos visto todo tipo de atracciones naturales desde que estamos en Islandia, pero todavía no nos habíamos topado con algo así: un gélido e imponente lago repleto bloques de hielo flotando en su superficie y acompañado del enorme glaciar Breiðamerkurjökull. Los “pequeños” icebergs que forman la laguna son trozos de hielo que se han ido desprendiendo del gran glaciar y mientras se derriten han dado forma a lo que también se conoce como la Playa de los Diamantes. En cuanto hemos puesto un pie en el lugar, no se nos ha ocurrido un sobrenombre mejor. Y si os gustan los animales, como a nosotros, también podréis disfrutar de los leones marinos. Os podemos asegurar que estos no son nada esquivos, como los frailecillos, más bien campan a sus anchas entre los pedazos de hielo.

Panorámica de la Playa de los Diamantes

Lo que más llama la atención del lugar, además de su brillo y su color azul, es el silencio del que goza, que solo se interrumpe con alguna ruptura de pedazos de hielo que caen a la laguna. No debemos olvidar que, aunque sea muy lentamente, de manera casi imperceptible, los icebergs y el glaciar están en constante movimiento. Si os alejáis del ruido de los turistas y os acercáis lo suficiente a la laguna, casi se les puede escuchar crujir.

La llegada a Jökulsárlón suele ser casi propia de película, ya que hay una leve neblina que cubre la laguna y le da un toque misterioso y gélido que hace que según ponemos un pie en el lugar merezca la pena el viaje hasta aquí.  No nos extraña para nada que se considere el mejor lugar del mundo en el que ver icebergs -junto con la Antártida- con sus 250 metros de profundidad, 18 kilómetros a la redonda y sus piezas de hielo de alrededor de 1000 años de antigüedad.

Aunque, sin ninguna duda, la gran experiencia en esta zona es el paseo en barco entre icebergs. Una excursión de unos 30-40 minutos que os permitirá acercaros a los pedazos de hielo hasta casi tocarlos, ver las focas y los leones marinos de cerca, apreciar las dimensiones del glaciar Breiðamerkurjökull y, si agudizáis el oído, escuchar el crujir de las grietas.

Como en el resto del viaje, nuestra recomendación es que os abriguéis bien, ya que no hay que olvidar que nos encontramos entre hielo de enormes proporciones; y que no os olvidéis de llevar la cámara de fotos bien cargada, porque las vistas merecen quedar inmortalizadas para siempre.

 

Höfn

La última parada de esta etapa es Höfn, el pequeño pueblo islandés en el que haremos noche. Se trata de una localidad pesquera (de hecho, su nombre se traduce así: “puerto”). Aparentemente, esta pequeña localidad no tiene nada de especial; aloja unas dos mil personas y tiene los servicios justos para el día a día. Pero eso solo en apariencia. Lo que la mayoría de viajeros no saben es que es uno de los lugares en los que disfrutar de los atardeceres y que en época de auroras boreales este pequeño pueblito se convierte en todo un regalo en el camino, ya que las auroras cubren el cielo y le dan un aura de misticismo islandés único.

El pequeño pueblo de Höfn

 

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