Ring Road Islandia: Myrdalsjökull, el avión estrellado y Dyrhólaey

Nuestro viaje por Islandia continua. Seguimos por el sur de la gran isla, descubriendo todos los tesoros naturales que la carretera deja a nuestro paso. Tras Reikiavik, el Círculo Dorado y varias localizaciones más, nuestra travesía continúa con las mismas ganas con las que empezamos. En esta jornada disfrutaremos del trekking por el glaciar Myrdalsjökull, la curiosa visita del avión estrellado DC-3 y los preciosos miradores de Dyrhólaey.

¿Estáis listos? ¡En marcha!

Aviso: en algunos de los lugares que hemos visitado en esta etapa no se permite el acceso con vehículo, con el objetivo de preservar el paisaje; por eso, no aparecen en la ruta en coche, pero sí tenéis marcado el punto exacto en el que se encuentran.

 

Glaciar Myrdalsjökull

Vista aérea de Vik

Lo primero que hace falta saber para disfrutar del glaciar es que el acceso en coche es complicado y que, en cualquier caso, gran parte del recorrido habrá que hacerlo a pie. No es un tramo muy difícil, pero conviene ir preparado. Por eso, nosotros decidimos hace días que lo mejor era unirnos a una de las excursiones que organizan las agencias en el país desde Vik y disfrutar en compañía del paisaje único. El recorrido dura entre una y tres horas y, como os comentábamos, es la manera más cómoda de acceder al lugar.

El glaciar Mýrdalsjökull se encuentra sobre el volcán Katla, uno de los más temidos por los islandeses. Esto se debe a que si algún día se pone en erupción, provocará importantes inundaciones en las zonas más cercanas: Vik y Myrdal. Esperamos que siga dormido y evitar un posible desastre. Por ahora, es una gran atracción natural para los visitantes como nosotros, que pueden caminar sobre el hielo del glaciar, mientras son conscientes de la peculiaridad de su situación sobre el volcán.

Otro de los puntos positivos de unirnos a una excursión organizada es que, antes de comenzar, nos explican cómo andar por el glaciar y nos dan pautas en caso de encontrarnos con algún problema: debemos caminar con las piernas ligeramente abiertas y las puntas de los pies apuntando hacia fuera, mientras pisamos plano para evitar resbalones. Se trata de un consejo de lo más útil, creednos.

Antes de llegar al glaciar, debemos recorrer un pequeño tramo de pendiente bastante inclinada. Que nadie se asuste, siguiendo las recomendaciones de los guías, es una zona transitable para viajeros más o menos expertos en trekking. Una vez sobre el hielo, descubrimos unas vistas únicas, que nunca hubiéramos disfrutado sin atrevernos a recorrer este lugar. Además de, por supuesto, la experiencia de caminar sobre un glaciar, que en pocos lugares del mundo es posible.

Tras una hora, más o menos, de recorrido sobre el hielo, toca volver sobre nuestras pisadas, para continuar nuestra ruta hacia una nueva localización. Nuestro consejo es no obviar esta parada por el miedo a caminar por el hielo, porque se trata de una experiencia única, entre las muchas que viviréis solo en Islandia.

Glaciar Myrdalsjökull

Avión estrellado DC-3

Nuestra siguiente parada es una de las localizaciones más desconocidas, pero a la vez más solicitadas de Islandia. Se trata del avión estrellado, un modelo DC-3 americano de la marina de Estados Unidos que colisionó cerca de Sólheimasandur en noviembre de 1973. Por lo que cuentan, los pasajeros sobrevivieron, pero los restos del avión se quedaron en territorio islandés desde entonces. Se encuentra en un estado bastante bueno, dadas las circunstancias. Le faltan la cola, el morro y las alas, pero mantiene parte de la cabina y del interior, aunque tampoco conserva los asientos.

Hay muchos turistas que conocen la historia, pero no saben a ciencia cierta dónde se encuentra, por eso es un lugar muy poco transitado. También tiene algo que ver que su acceso no es muy fácil. Debemos recorrer kilómetros de una larga playa de arena negra no apta para cualquier vehículo y, además, andar un tramo, ya que el acceso en coche está actualmente cerrado, con el objetivo de preservar los alrededores. Los vecinos de la zona han marcado el camino con piedras y palos amarillos, con la idea de ayudar en lo posible a los viajeros. Aun así, lo mejor es llevar GPS.

Tras unos cuatro kilómetros, vemos los restos del famoso avión. Es una visita muy peculiar. No creemos que nadie se haya resistido a entrar dentro y ver lo que queda. Desde luego, se aleja de las cascadas y el resto de atractivos naturales que nos regala Islandia, pero no deja de ser una curiosidad más en nuestro viaje.

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Miradores de Dyrhólaey

Un ejemplo de simpático frailecillo, para que os hagáis una idea

El faro al borde del acantilado

Continuamos y la siguiente parada nos lleva a una preciosa localización donde tenemos la posibilidad de vivir un momento muy especial: vamos a visitar uno de los lugares en los que habitan los frailecillos, una especie de ave muy curiosa, de unos 20 centímetros, con el pico naranja. Es el sitio ideal para conocerlos, ya que anidan en los acantilados y unos 60% de su ellos nacen y crecen en Islandia.

El camino hasta llegar a los miradores es de una media hora andando cuesta arriba, hasta que llegamos a lo alto del acantilado. Se hace un poco pesado, sobre todo si, como nosotros, lleváis varias excursiones en el día; pero la llegada a la cima nos garantiza que ha merecido la pena. Lo primero que divisamos es el faro de Dyrhólaey, un edificio blanco que contrasta con el verde y azul del resto del paisaje y desde donde tenemos unas estupendas vistas de los acantilados y del mar. Lo que más llama la atención es el arco de piedra situado sobre el mar, con una altura de 120 metros. En nuestra visita descubrimos que se puede pasar por encima del arco gracias a un pequeño sendero. En unos 10-15 minutos de camino, disfrutaréis de la vista de los acantilados, el mar y el faro, con los Reynisdrangar de Vik, unas formaciones de lava negra que sobresalen del mar. Cuentan las leyendas de Islandia que eran trolls que se convirtieron en piedra. Una panorámica increíble.

En cuanto a los frailecillos, tendremos que probar suerte en otro momento, porque esta vez no ha podido ser. Por lo que nos han contado, estas preciosas aves viven en Islandia entre mayo y mediados de agosto, cuando migran a lugares más cálidos para pasar el duro invierno islandés. Así tendremos una excusa para volver algún día.

El arco de piedra

Los Reynisdrangar de Vik

 

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