Ruta Dakar 2018: Salta y Belén (Argentina)

¡Hemos cruzado nuestra última frontera en este viaje! Tras Perú y Bolivia, dos países que nos han sorprendido y maravillado a partes iguales, hemos llegado a Argentina, donde también nos esperan grandes paisajes, nuevas aventuras y… ¡tango!

¿Preparados? ¡Nos vamos!

 

Salta

Nuestra primera parada en Argentina es Salta, la que se conoce como una de las provincias más bonitas del país. La manera más cómoda de llegar es por carretera, ya que solo la separan unas siete horas de Tupiza, la última ciudad de Bolivia que hemos visitado. Salta es una zona cálida de Argentina. La mejor época para viajar es primavera, pero mantiene unas temperaturas ideales todo el año, de hasta 25 grados en verano y 14 de media en invierno. Con unos 300 días de sol año, es difícil encontrar una mala época para visitar la ciudad.

Una de las visitas que no nos queremos perder en Salta es la Plaza del 9 de Julio, bautizada así como conmemoración a la fecha de la independencia argentina. Además, es el punto en el que se fundó la ciudad de Salta. Se trata del centro neurálgico de la ciudad, donde tomar algo, relajarse a la sombra de sus más de 200 árboles después de una caminata; y también donde se sitúan los edificios más importantes. Uno de ellos es el Cabildo, otra de nuestras paradas, que alberga el Museo de Historia del Norte y que es el mejor conservado de Argentina. Todavía mantiene su estructura original, materializada hace más de 200 años.

Catedral basílica de Salta

Otro de los puntos que hay que visitar en la ciudad es la Catedral Basílica de Salta, el hogar de la Virgen del Milagro. Aunque no seáis personas muy religiosas, no deja de ser una curiosidad contemplarla, gracias a su colorida fachada rosa y crema, que contrasta fuertemente con las catedrales que acostumbramos a ver en España, mucho más sobrias. El edificio actual, es una réplica construida encima del anterior, que se destruyó en un terremoto.

También cerca de la Plaza del 9 de Julio, encontramos la iglesia de San Francisco. Si bien no es tan representativa como la Catedral, a nosotros nos ha llamado mucho más la atención, por sus paredes rojas y las cortinas que invitan a entrar en ella. Además, con unos 54 metros, posee el campanario más alto de Sudamérica.

Para integrarnos y entender las costumbres argentinas mucho mejor, hemos decidido pasar a visitar el Mercado de Artesanías. Éste fue el primer mercado de artesanías de Argentina y desde 1968 se ubica en una antigua casona colonial. Aquí se pueden encontrar muchas muestras de productos artesanales, producidos a mano por completo, como tejidos, cestas, hierro forjado… Además del gran prestigio del que goza la artesanía de Salta, que ya hemos confirmado en nuestra visita, también se puede disfrutar de un ambiente muy propio de la ciudad.

Como ya es costumbre en todos nuestros viajes, no podemos irnos de Salta sin disfrutar de la vista de la ciudad desde su mirador más alto. En este caso, lo hacemos aprovechando su teleférico, que nos deja en lo alto del cerro San Bernardo, lugar desde el que se puede disfrutar de una panorámica privilegiada de la ciudad, además de descansar entre su exuberante vegetación y, por qué no, tomar un mate mientras disfrutamos de la puesta de sol.

Teleférico de Salta

Terminamos nuestro paso por Salta y continuamos camino a una de las visitas que más ilusión nos hace. Su nombre poético esconde una de las rutas ferroviarias más famosas del mundo: el Tren a las Nubes, uno de los trenes turísticos a más altura. Hace años, el trayecto comenzaba en Salta, pero de un tiempo a esta parte, han reducido un poco el recorrido y ahora comienza en San Antonio de los Cobres. Durante el trayecto en tren, lo que más llama la atención es el cambio progresivo que se va dando en el paisaje, que comienza selvático, teñido de verde, para ir mutando a terreno más árido, con presencia de cactus, que metro a metro de altura también desaparecerán. Es importante saber que el punto más alto del recorrido se sitúa a, ni más ni menos, que 4.200 metros sobre el nivel del mar, por lo que, si alguien tiene posibilidades o antecedentes con el mal de altura, será mejor tener un remedio preparado.

El Tren de las Nubes en su paso por el Viaducto de Polvorilla

El momento más increíble para todos los pasajeros siempre es el paso por el Viaducto de la Polvorilla. Todos nos morimos de ganas de hacer mil fotos y no es para menos, ya que se trata de toda una obra de la ingeniería argentina del siglo pasado. Para lo más ansiosos: tranquilos, el tren hace el recorrido de ida y vuelta, por lo que si tu asiento no queda en el lado del tren que da la curva a la ida, todavía podrás tener tu foto a la vuelta.

Capilla en Santa Rosa del Tastil

El recorrido en el Tren de las Nubes incluye la vuelta a Salta en autobús. Se puede hacer la excursión por libre, comprando solo el ticket del trayecto en tren, pero la expedición organizada da la posibilidad de visitar también Santa Rosa del Tastil, motivo por el que nosotros nos decantamos por esta opción. Puede parecer un pequeño pueblo argentino más, pero nada de eso. Se trata de uno de los Patrimonios de la Humanidad, investido por la UNESCO, gracias a la antigua ciudad prehispánica que se encuentra en lo alto de una de sus montañas, a pocos metros del pueblo. Junto con el camino inca que pasa por la zona y que comunica la Puna con los Valles Calchaquíes, conforma uno de los monumentos más significativos e importantes del pasado en el país. 

 

Garganta del Diablo

 No podemos irnos de la zona sin visitar uno de los tesoros naturales argentinos que se encuentran en las inmediaciones: los Valles Calchaquíes. Se trata de los valles -valga la redundancia- por donde discurre el río Calchaquí, que a su paso nos deja paisajes dignos de inmortalizar. En el lugar, viven muchos pueblos coloniales, que se aferran a sus culturas y tradiciones, a pesar del paso del tiempo. Hay varias rutas que se pueden seguir para conocer los Valles Calchaquíes en profundidad. Nosotros nos hemos decidido por el trayecto Salta-Cafayate, que nos acerca a nuestro próximo destino y, por el camino, nos permite visitar puntos como la Garganta del Diablo o el Anfiteatro. Ambos están situados a lo largo de la Quebrada de las Conchas, un corte natural de 70 kilómetros que divide las sierras que separan el Valle de Lerma y el Valle Calchaquí. Es uno de los lugares en los que las rocas poseen el conocido límite internacional K/T; es decir, el elemento que determina dónde terminó el Cretácico y empezó el Terciario. Nos encontramos en un lugar digno de admirar, que nos confirma que hay paisajes que siguen resistiendo al paso de los años, para que viajeros y aventureros podamos disfrutar de su belleza.

 

Belén

Desde nuestra llegada a Cafayate, solo nos separaban unas cuatro horas por carretera de Belén, nuestro siguiente destino; aunque hemos hecho una parada en el camino para visitar la Reserva de la Biosfera Laguna Blanca. La llegada en coche es complicada, aunque no imposible, pero es recomendable unirse a una de las excursiones organizadas. Aunque ya nos hemos cruzado con flamencos varias veces durante este viaje, no dejan de sorprendernos en un paisaje al que estamos tan poco acostumbrados en Europa. Es un lugar ideal para observar y disfrutar de las aves y de la vicuña, un animal propio de países como Argentina o Perú.

Belén es un lugar que ha sufrido el paso de los años. Ha visto guerras que dejaron sus tierras devastadas y crecidas de ríos cercanos. Fue la iglesia argentina, con varios sacerdotes a la cabeza, quienes se hicieron cargo de la zona. También es conocida como “La Cuna del Poncho”, por los destacados trabajos artesanos que se llevan a cabo en la zona, sobre todo con tejidos.  A pesar de su turbulento pasado, alberga uno de los museos arqueológicos más importantes del país, el Museo Cóndor Huasi, donde se pueden ver de cerca piezas con más de 2300 años. Entre sus paredes, encontramos representaciones de los principales grupos aborígenes de la zona.

Cerca del centro de la ciudad, se encuentra el Cerro de Nuestra Señora de Belén, con un precioso mirador desde el que disfrutar de la panorámica de la ciudad desde las alturas. Lo que más llama la atención es la imponente imagen de la Virgen, con 20 metros de altura, que se sitúa allí en conmemoración a la misma que da al cerro su nombre. Contrasta por su color blanco impoluto con el resto del paisaje, en tonos marrones y verdes.

Virgen de Belén en lo alto del cerro

A media hora en coche de la ciudad de Belén, llegamos a Londres. Encontramos un pequeño pueblo, que es el segundo más antiguo de Argentina y que lleva su nombre en conmemoración a la boda del Rey Felipe II con la Reina de Inglaterra. Ha sido fundado y trasladado varias veces y suele ser lugar de paso de muchos visitantes de la zona, gracias a la cercanía con el Shincal de Quimivil, el mismo motivo que nos trae a nosotros hasta sus calles.

Parte del Shincal

El Shincal de Quimivil, hoy un parque arqueológico pensado para guardar los restos del pasado inca, fue entre 1470 y 1536 una provincia construida y habitada por diferentes grupos aborígenes. Ha sido restaurado y adaptado al turismo, ya que es uno de los grandes atractivos de los alrededores. Al contrario de lo que pueda parecer, la restauración no ha restado ni un ápice de su esencia al lugar. Al igual que el resto de visitantes, nuestras expectativas se quedaron cortas durante la visita. Las construcciones originales y las restauradas están muy claramente delimitadas, para no inducir a error y, entre ellas, se puede vislumbrar lo que fue el pasado Imperio Inca.

Para terminar esta etapa, hemos decidido darnos un capricho relajante y trasladarnos a Fiambalá, donde disfrutaremos de sus conocidas termas, situadas a 1920 metros de altura sobre el nivel del mar, dentro de una quebrada. Entre los 50 metros que separan sus paredes, se encuentran termas de con agua entre los 28 y los 51ºC.

 

¡Nos vemos en la próxima etapa por el trayecto del Rally Dakar 2018! 

¿Tienes ganas de conocer Argentina? 

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