Pareja admirando vistas a la Mezquita Bibi Khanum, Samarcanda.

Primer Premio Concurso de Reportajes Club Marco Polo 2011: «Viaje a Uzbekistán, Verano 2011»

Primer Premio Concurso de Reportajes Club Marco Polo

Tenemos el placer de compartir con vosotros el Primer premio del Concurso de Reportajes Club Marco Polo 2011 el relato de una experiencia viajera a Uzbekistán en el verano de 2011, formado por un  grupo de 14  personas.

Es el relato de un viaje a  las  ciudades de los emires, que fueron puntos claves en la Ruta de la Seda, probando un trozo de historia del mundo con sabor a especias… sé bienvenido a este país de Asia Central llamado Uzbekistán.

 

 Viaje a Uzbekistán, Verano 2011

…Profesores en varios niveles, maestros, un médico, personal de enfermería, un metalúrgico… procediendo de diferentes lugares de la piel de toro, un grupo de nivel cultural y adquisitivo aceptable como se puede deducir… Catorce personas que el destino unió para formar el grupo de viaje que bajo los auspicios del Club Marco Polo se juntó en Madrid, Barajas T-1, la madrugada del 16 de julio. Destino: Uzbekistán

…El vuelo de la aerolínea uzbeka tuvo el regalo añadido de un rutilante amanecer atravesando la vertical de los Alpes…Unas diez horas después aterrizábamos en Tashkent. Allí nos esperaban Mumi, el guía local de habla castellana, y el autobús de la Silk Road Bus… Parecía mentira estar ya en la onda de la ruta de la seda, por donde anduviera mi admirado Marco Polo y tarareando in situ el tema que Kitaro compuso para ella. Comenzaba nuestra ruta…

Pareja admirando vistas a la Mezquita Bibi Khanum, Samarcanda.

José Antonio Molina con su hermana admirando vistas a la Mezquita Bibi Khanum, Samarcanda.

La motivación de nuestro viaje, (el de la auxiliar de clínica y uno de los maestros, es decir, mi hermana y yo) se sitúa en el verano de 2010, aunque la atracción que ejercía sobre nosotros la palabra Samarcanda ya venía de bastantes años atrás, tal vez incluso antes de que una amiga me trajera desde la mítica ciudad, allá por 1.995, unos calzoncillos bombachos... Fue una tarde del verano de 2.010 cuando revisamos uno de los programas de la bien documentada y muy interesante serie de tve, Alqibla, escrita por Juan Goytisolo. Trataba sobre los musulmanes soviéticos y en él se repasaba este asunto teniendo como telón de fondo las famosas ciudades uzbekas. Lo decidimos… sólo era cuestión de que llegara el verano de 2011. Y tras casi veinte años recibiendo puntualmente en  casa el atractivo, bien documentado y sobre todo provocador anual folleto del Club Marco Polo ya era hora de que nosotros, viajeros mayormente por nuestra cuenta (y riesgo, a veces) nos estrenáramos con él. Y la verdad es que todo, TODO, salió muy bien: acertadísimo destino, excelentes servicios, buen guía, muy cuidada programación y una relación calidad-precio creo que insuperable…

Tashkent, Samarcanda, Bujara, Jiva, ésas fueron las ciudades que

Atardecer Uzbekistán

Atardecer Uzbekistán

visitamos, ciudades de un atractivo que se agrandaba conforme decrecía su tamaño y población, desde Tashkent, la capital, enorme, muy extendida, con centro urbano muy occidentalizado, hasta el amurallado y concentrado núcleo histórico de Jiva, diminuta y grandiosa, un sueño arquitectónico que fácilmente situaríamos en visiones orientales, un verdadero bombón y auténtico colofón del viaje…Amén de los soberbios conjuntos arquitectónicos de estas tres últimas ciudades, con las reglamentarias visitas a mezquitas, escuelas coránicas –madrazas- , mausoleos y mercados, en el trayecto de unas ciudades a otras o de manera expresa visitamos Shakhrizabs, la patria chica del gran Tamerlán (Amir Temur), este hombre que tanto abarcó en el tiempo que vivió y cuyo recuerdo salía a cada paso en las explicaciones del guía; y Nurata, en cuya desolada colina quedan restos del castillo de otro grande de otro tiempo: Alejandro Magno…Pero también salieron a colación personajes menos belicosos y a la larga más persistentes: filósofos, poetas, científicos como  Al Juarismi, Ulughbek, Omar Jayyan, Avicena…Todo esto junto con la experiencia del desierto (el Kyzylkum) en las horas de autobús para llegar a Jiva, y la noche en las yurtas, bajo un palpitante manto estelar, resume sucintamente el viaje…

La gente nos pareció muy amable, fusión de hospitalidad (musulmanes)  y educación (impronta soviética). Y todo muy cuidado. Mucha gente nos saludaba y quería fotografiarnos o retratarse con nosotros. Y muchos niños. Y entre mil artesanías, lo más original, sin parangón con lo visto antes en otros sitios, citaría en Bujara las tijeras con forma de aves y unos tubitos labrados en madera, diferentes para niño o niña, que ponían en las camas para “dirigir” el pipi escapado de los pequeños durmientes. Por otros motivos me llamó la atención ver en algunos mapas que al sur del país había un amplio territorio sin nombre: no citaban a Afganistán entre los países limítrofes.

Catorce días después, como viejos conocidos, (los viajes tienen entre otras la facultad de ensanchar el tiempo) el grupo se deshizo en el mismo lugar donde la vida-viaje lo formó, cada cual incorporando el viaje a su vida. Como decía Fernando Pessoa…Los viajes son los viajeros, lo que vemos no es lo que vemos sino lo que somos…¡Y hubo tanto que ver!…

Obreros restaurando cúpula

Obreros restaurando cúpula

¿Una vista vertiginosa? La de un par de obreros encaramados en la restauración de una cúpula. ¿Un aquí y ahora del viaje? El momento de dar vista al Registán de Samarcanda y el atardecer con cerveza Sarbast asomados al Poi Kaljan de Bujara. Y despediría esta apretada crónica con gracias en uzbeko: rajmat

 

Fdo: José Antonio Molina Cabello

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