La ciudad oasis de Kashgar, La ruta de la Seda

Como ya presentamos en posts anteriores, estamos recorriendo la ruta de la seda. La primera etapa de nuestro viaje, comenzó en Venecia y paso por Florencia y Roma hasta llegar a Nápoles. Allí, cogimos un barco para trasladarnos al punto de partida de la segunda etapa de la ruta de la seda, Alejandría, donde nos desplazamos al Cairo para experimentar su famoso Caos y descubrir su historia.

De las pirámides a los bazares de Estambul, donde nos maravillamos con el aroma de las especias y la mezquita azul. En la tercera etapa, conocimos el corazón de la ruta de la seda, Uzbekistán y tras dormir en una yurta y enamorarnos de cada uno de los azulejos de Samarcanda viajamos Kirguistán. Tras explorar las maravillas naturales de este país, viajamos a Almaty, en Kazajistán donde acabo la cuarta etapa de la ruta de la seda.

En el comienzo de esta etapa, hemos decidido cambiar de trayecto. En vez de continuar por el norte de china hasta llegar a Xian, hemos decidido bajar para poder conocer la India, Myanmar y un poco del Sur de China, ya que nos parecía más bonito. Eso sí, siempre siguiendo otra de las vertientes de la ruta de la seda.

Desde Almaty, viajamos a la ciudad oasis de Kashgar. Aquí, confluían muchos de los itinerarios de la ruta de la seda. En él, se reunían las caravanas que acababan de cruzar el temido desierto de Taklamakan o que iban a adentrarse en el.

Hoy en día, ya no queda mucho de esa esencia, ya que es una ciudad dividida, un auténtico choque de civilizaciones. Situada en la parte occidental de China cercana a Kirguistán y Tayikistán, sus dos poblaciones, la población Han china y la Uigur descendientes de las tribus nómadas de la ruta de la seda no se mezclan entre sí.

Por un lado, está la parte china que es como cualquier otra ciudad del país. Anodinos edificios grisáceos, avenidas de varios carriles, gigantes letreros comerciales y en el centro una de las estatuas de Mao mas grandes que quedan en el país.

Sin embargo, en el lado Uigur, esta la ciudad vieja. Calles estrechas y laberínticas, edificios bajos de adobe y madera, gente vendiendo en la calle, puestos de comida callejeros con olor a especias, cordero a la brasa y pan caliente, todo te hace pensar que así debió verdaderamente ser el trueque y la venta en la ruta de la seda. En esta parte, situada en una gran plaza, se encuentra la mezquita de Id Kah la mayor de toda China.

Tras ver la ciudad, por nuestra cuenta, visitar el mercado y hacer un tour con un guía, decidimos hacer excursiones. La primera, a las afueras, específicamente al lago Karakuli y otra, cercana a la ciudad, para visitar la tumba de Abakh Khoja.

Lago Karakuli

El lago Karakuli, es enorme y precioso. Rodeado de montañas nevadas y con un paisaje increíble. Eso sí, os avisamos de que no es tan bonito como algunos de los que vimos en Kirguistán aunque merece la pena desplazarse de la ciudad para verlo y respirar un poco de aire puro. Al anochecer, volvimos a Kashgar y dejamos las maletas preparadas para marcharnos al día siguiente.

Mausoleo de Abakh Khoja

Por la mañana, visitamos la tumba de Abakh Khoja, uno de los lugares sagrados de Xinjiang desde el punto de vista musulmán y también uno con una leyenda detrás. Cuenta la leyenda, que entre las 41 concubinas del emperador Qianlong de la Dinastía Qing, había una joven uigur, Xiang Fei. Tras vivir 28 años en Pekín, siempre fiel al islam, sin dejar de usar sus ropas étnicas y comiendo una comida especial, cuando vio que la hora de su muerte se acercaba pidió que la enterraran en su tierra natal. Como el emperador la amaba mucho, cumplió su deseo y traslado sus cosas junto con su ataúd, este traslado requirió de la ayuda de 124 personas y de 3 años y medio de viaje. El carro que la traslado, aún está delante de las puertas del mausoleo.

Sin embargo, aunque no haya certeza de que esto ocurriera así de verdad el edificio en si ya es una maravilla. Sus azulejos de brillantes colores recuerdan mucho a Uzbekistán y alrededor del mausoleo hay un precioso parque con árboles frutales. Tras esto, comimos y fuimos hacia el aeropuerto.

Después de nuestra parada en Kashgar, volamos hasta la India, específicamente hasta Delhi, que nos introducirá en la etapa hindú de nuestra peculiar ruta de la seda.

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